El músico británico Roger Waters dedicó "a la memoria de los desaparecidos" el primero de los nueve conciertos que brindará en la Argentina como parte de su gira mundial "The Wall Live" y deslumbró con su show a más de 40 mil personas en el estadio de River.
Tras saludar al público que colmó en la noche del miércoles las instalaciones del Monumental, el ex líder de Pink Floyd ensayó unas palabras en castellano, breves, aunque suficientes para desatar una ovación, con un mensaje cargado de contenido político y humano.
"Quiero dedicar este show a la memoria de los desaparecidos, muertos y torturados. Los recordamos", sostuvo Waters, ferviente defensor de causas de pobres y ausentes desde hace décadas, poco tiempo después de haber iniciado el recital, en el que repasó el mítico disco "The Wall" de 1979.
El bajista y compositor inglés, de 68 años, se expresó en estos términos luego de haberse entrevistado con integrantes de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo el martes pasado en la Casa Rosada, donde fue recibido por la presidenta Cristina Kirchner horas después de su llegada al país.
Waters, que establecerá un récord aquí al tocar en River en nueve ocasiones, se presentó anoche en el estadio de Núñez ante unas 42 mil personas, cinco años después de su anterior visita a la Argentina, con dos conciertos en el mismo escenario como parte de su gira "The Dark Side of The Moon Live".
En aquella oportunidad, el laureado artista británico también había sorprendido al público al sumarse al reclamo de "aparición con vida de Jorge Julio López", quien fuera testigo clave en un juicio en contra del represor Miguel Etchecolatz y que permanece desaparecido desde septiembre de 2006.
Media década más tarde de aquella serie de conciertos (17 y 18 de marzo de 2007), Waters subió al escenario y flanqueado por un gigantesco muro de más de 100 metros de largo volvió a tomar partido por causas sensibles para el pueblo argentino, como los desaparecidos de la última dictadura militar.
Sin embargo, no mencionó palabra alguna sobre las tensiones que existen por estos días entre el Gobierno nacional y su par británico, al cumplirse en 2012 el trigésimo aniversario de la Guerra de Malvinas, de 1982.
Antes de viajar rumbo a Buenos Aires, Waters había expresado que "las Malvinas deberían ser argentinas" en una entrevista televisiva en Chile, aunque luego afirmó que sus declaraciones habían sido quitadas de contexto.
Polémica al margen, el músico inglés recibió una fervorosa bienvenida apenas irrumpió en el escenario, a las 21:15, para ofrecer en River un espectáculo psicodélico y descomunal que se extendió durante dos horas y cuarto, hasta las 23:30, con un intervalo de 25 minutos.
Fuegos artificiales, rayos láser, efectos de sonido, cotillón (vestuario, marionetas, aviones) y proyecciones de video a gran escala (sobre el muro) acompañaron la presentación de Waters en medio de una puesta en escena imponente, matizada incluso por una luna llena en la noche porteña.
Varias generaciones de argentinos se reunieron anoche para rendir tributo a uno de los fundadores de Pink Floyd y a sus ocho músicos (más cuatro coristas), entre quienes se destacó el guitarrista y vocalista Dave Kilminster, en el rol que solía cumplir el ex socio de Waters David Gilmour en la influyente agrupación británica.
Es más, muchos de los jóvenes que asistieron al concierto probablemente no habían nacido en 1982, cuando se entrenó la película de culto "Pink Floyd The Wall", inspirada en el disco de 1979, con Waters como guionista, el inglés Alan Parker como director y que en la Argentina se exhibía en forma clandestina en plena dictadura militar.
Numerosas imágenes que recordaron aquel filme pudieron verse anoche proyectadas en el muro, junto con escenas de la película recreadas durante el show, como un coro de niños que desafían a un rabioso maestro de escuela tras el comienzo del hit "Another Brick in the Wall" (parte 1).
Tras varios momentos de asombro y alta emotividad en la ópera rock que Waters montó en Buenos Aires, un impresionante desfile de martillos en la pared del escenario -que se fue completando a lo largo del recital- ofició de preludio para el derrumbe del muro, esperado y aclamado por la gente.
Luego, sólo hubo tiempo para que Waters se despidiera junto a sus músicos y permitiera que el público emprendiera el regreso a casa envuelto en éxtasis, antes de que el británico vuelva a la tarima de River -mañana viernes- para dar continuidad a su serie maratónica de conciertos en Núñez.
Fuente: terra.com.ar
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