En el hall de la estación de Once, la pantalla que habitualmente señala la salida y llegada de los trenes, muestra el rostro de un joven de sonrisa amplia y de pelo corto. Por la alegría que irradia, Lucas Menghini Rey se parece a los modelos que promocionan la venta de gaseosas o de pasta de diente. Pero el pie de foto señala que el muchacho de 20 años está desaparecido desde el miércoles 22. Lucas era uno de los pasajeros que viajaban en el tren que ese día se estrelló contra la barrera del andén.
Cuarenta y ocho horas han transcurrido desde se produjo el accidente que dejó 50 víctimas mortales y 703 heridos, y los familiares de Lucas aún desconocen su paradero. De los 31 pasajeros que no habían sido ubicados hasta este viernes, sólo Lucas permanece aun desaparecido. El jueves por la noche, se desconocía el paradero de Fernando Sánchez, de 22 años; y de Javier Almaraz, de 41, pero el viernes por la mañana aparecieron.
María Luján Reyes, la madre de Lucas, está en una situación diferente para la que no cabe otra definición que la de una paradoja. Este jueves por la tarde sonó el celular que lleva pegado al oído y sus ojos se iluminaron. Un superviviente de la tragedia le contó que había visto a una persona que responde fielmente a la descripción del desaparecido. El informante le vio cuando lo retiraban en una camilla, con un collarín en el cuello y con señales de estar en shock... Pero definitivamente vivo.
En algún lugar
El heraldo de tan buenas noticias se acercó al domicilio de los Lucas Menghini Rey para presentarse y así disipar la sospecha de que se tratara de una falsa información, como las que suelen difundir los sádicos en estas ocasiones. La cuestión es que desde entonces los familiares han recorrido todos los hospitales, las comisarías y hasta la morgue del cementerio de Chacarita –querían descartar la posibilidad de que se encontrara allí- sin hallar una sola pista.
Lucas tomó el tren a las 7.35 para dirigirse al call center donde trabaja. Llevaba en la billetera una foto de su hijita, que le sirve como talismán contra la mala suerte. Paolo, un amigo que trabaja de editor en Canal 7, vio el accidente por televisión y de inmediato se trasladó al lugar del siniestro. "Lucas siempre iba en el primer vagón. Al ver el estado en que quedó ese coche, sentí que se me rompía el alma. Salté de alegría cuando supe que lo habían visto con vida. Pero muy pronto esa sensación dio paso a la extrañeza y a la indignación", contó Paolo, quien comparte el desconcierto de la familia y de los amigos, que se turnan para repartir folletos con la foto de Lucas.
¿Cómo es posible que hasta ahora nadie haya dado razón del muchacho? En la época de la dictadura era común que la gente desapareciera, no así en tiempos de paz. "En algún lado tiene que estar. Aunque el operativo de rescate fuese complicado y él haya perdido la memoria, en algún sitio tiene que estar", murmura la madre, con la vista fija en la pantallita del celular.
Fuente: elmundo.es
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